LAS PERSONAS DE LA TRINIDAD TIENEN FUNCIONES PRIMARIAS DIFERENTES AL RELACIONARSE CON EL MUNDO.

INTRODUCCIÓN
Cuando la Biblia habla de la manera en que Dios se relaciona con el mundo, tanto en la creación como en la redención, se dice que las personas de la Trinidad tienen funciones diferentes o actividades primarias diferentes. A veces a esto se le ha llamado la «economía de la Trinidad», usando economía en el sentido antiguo que quiere decir «ordenamiento de actividades.
(En este sentido, la gente solía hablar de la «economía de la familia) o «economía doméstica, refiriéndose no solo a los asuntos financieros de una familia, sino a todo el «ordenamiento de actividades dentro de la familia. «Economía de la Trinidad quiere decir las diferentes maneras en que las tres personas actúan al relacionarse con el mundo y (como veremos en la próxima sección) uno con el otro por toda la eternidad.
Vemos estas funciones diferentes en la obra de la creación. Dios Padre habló las palabras creativas para hacer que el universo existiera. Pero fue Dios Hijo, el Verbo eterno de Dios, el que realizó estos decretos creativos. «Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir) Gn 1: 3).
Es más, «por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él) (Col 1: 16; vea también Sal 33: 6, 9; 1ª Co 8: 6; Heb 1: 2).
El Espíritu Santo estaba activo igualmente de una manera diferente, porque «iba y venía) sobre la faz de las aguas (Gn 1: 2), aparentemente sosteniendo y manifestando la presencia inmediata de Dios en la creación (Sal 33: 6, en donde «soplo) tal vez se debería traducir «Espíritu); vea también Sal 139:7).
En la obra de la redención también hay funciones distintas. Dios Padre planeó la redención y envió al Hijo al mundo Gn 3:16; Gá 4:4; Ef1:9-10). El Hijo obedeció al Padre y realizó la redención para nosotros Gn 6:38; Heb 10:5-7; et al.). Dios el Padre no vino y murió por nuestros pecados, ni tampoco Dios el Espíritu Santo.
Ese fue la obra particular del Hijo. Entonces, después que Jesús ascendió de nuevo al cielo, el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo para aplicamos la redención. Jesús habla del «Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre (Gn 14:26), pero también dice que él mismo enviará al Espíritu Santo, porque dice:
Si me voy, se lo enviaré a ustedes (Gn 16: 7), y habla de un tiempo. Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre Gn 15: 26). Es especialmente el papel del Espíritu Santo damos regeneración o vida nueva espiritual Gn 3: 5-8), santificamos (Ro 8: 13; 15: 16; 1ª P 1: 2), y empoderamos para el servicio (Hch 1: 8; 1 Ca 12: 7-11).
En general, la obra del Espíritu Santo parece ser llevar a su término la obra que ha sido planeada por Dios Padre y empezada por Dios Hijo (vea capítulo 30, sobre la obra del Espíritu Santo).
Así que podemos decir que el papel del Padre en la creación y redención ha sido planear, dirigir y enviar al Hijo y al Espíritu Santo. Esto no es sorpresa, porque muestra que el Padre y el Hijo se relacionan uno a otro como un padre e hijo se relacionan entre sí en una familia humana; el padre dirige y tiene autoridad sobre el hijo, y el hijo obedece y responde a las direcciones del padre. El Espíritu Santo es obediente a las directivas tanto del Padre como del Hijo.
De este modo, en tanto que las personas de la Trinidad son iguales en todos sus atributos, con todo difieren en sus relaciones a la creación. El Hijo y el Espíritu Santo son iguales en deidad a Dios Padre, pero son subordinados en sus funciones.
Es más, estas diferencias en función no son temporales sino que durarán para siempre; Pablo nos dice que incluso después del juicio final, cuando el «último enemigo», es decir, la muerte, sea destruido y cuando todas las cosas sean puestas bajo los pies de Cristo, «el Hijo mismo se someterá a aquel que le sometió todo, para que Dios sea todo en todos» (1ª Co 15: 28).
2. LAS PERSONAS DE LA TRINIDAD EXISTIERON ETERNAMENTE COMO PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO.
Pero, ¿por qué las personas de la Trinidad toman estos papeles diferentes al relacionarse a la creación? ¿Fue esto accidental o arbitrario? ¿Podría Dios Padre haber venido en vez de Dios Hijo para morir por nuestros pecados? ¿Podría el Espíritu Santo haber enviado a Dios Padre para que muera por nuestros pecados, y luego enviar a Dios Hijo para que nos aplique la redención?
No, no parece que estas cosas pudieran haber sucedido, porque el papel de ordenar, dirigir y enviar es apropiado a la posición del Padre, por el cual se modela toda la paternidad humana (Ef. 3: 14-15).
Y el papel de obedecer, e ir según el Padre envía, y revelamos a Dios, es apropiado para el papel del Hijo, a quien también se le llama el Verbo de Dios (Jn 1: 1-5, 14, 18; 17: 4; Flp 2: 5-11). Estos papeles no se pudieran haber invertido, ni el Padre habría dejado de ser el Padre ni el Hijo habría dejado de ser Hijo.
Por analogía de esa relación, podemos concluir que el papel del Espíritu Santo es también el que era apropiado a las relaciones que tenía con el Padre y el Hijo antes de que el mundo fuera creado.
Segundo, antes de que el Hijo viniera a la tierra, e incluso antes de que el mundo fuera creado, por toda la eternidad el Padre ha sido el Padre, el Hijo ha sido el Hijo, y el Espíritu Santo ha sido el Espíritu Santo. Estas relaciones son eternas, y no algo que ocurrió sólo en el tiempo. Podemos concluir esto, primero, de la inmutabilidad de Dios (vea el capítulo 11); si Dios existe como Padre, Hijo y Espíritu Santo, siempre ha existido como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Podemos también concluir que las relaciones son eternas partiendo de otros versículos de la Biblia que hablan de las relaciones que los miembros de la Trinidad tenían entre sí antes de la creación del mundo. Por ejemplo, cuando la Biblia habla de la obra de Dios en la elección (vea el capítulo 32) antes de la creación del mundo, habla del Padre escogiéndonos «en» el Hijo: «Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él» (Ef 1: 3-4).
El acto iniciador de escoger se atribuye a Dios Padre, que nos considera unidos a Cristo o «en Cristo» antes de que siquiera existiéramos. De modo similar, de Dios Padre se dice que «a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo» (Ro 8: 29).
También leemos del «preconocimiento de Dios Padre» a distinción de las funciones particulares de los otros dos miembros de la Trinidad (1ª P 1: 2, LBLA; 1: 20). 32 Incluso el hecho de que el Padre «dio a su Hijo unigénito» Gn3:16)y «envió a su Hijo al mundo» Gn3: 17) indican que hubo una relación entre Padre e Hijo antes de que Cristo viniera al mundo.
NOTA: 0tro pasaje que pudiera sugerir tal distinción en función es Jn 17:5; cuando Jesús le pide al padre: «glorifícame en tu presencia con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera (Gn 17: 5), sugiere que es Él.
El Hijo no llegó a ser el Hijo cuando el Padre lo envió al mundo. Más bien, el gran amor de Dios se muestra en el hecho de que uno que siempre fue el Padre dio al que siempre fue su Hijo unigénito: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito» Gn 3: 16). «Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo» (Gá 4: 4).
Cuando la Biblia habla de la creación, de nuevo habla del Padre creando por el Hijo, 10 que indica una relación anterior a cuando empezó la creación (vea Jn 1: 3; 1ª Co 8: 6; Heb 1: 12, también Pr 8: 22-31).
Pero en ninguna parte dice que el Hijo o el Espíritu Santo crearon a través del Padre. Estos pasajes de nuevo implican que hubo una relación del Padre (como originador) y del Hijo (como agente activo) antes de la creación, y que esta relación hizo apropiado que diferentes personas de la Trinidad cumplieran los papeles que cumplieron.
Por consiguiente, las diferentes funciones que vemos que realizan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son simplemente resultado de una relación eterna entre las tres personas que siempre ha existido y existirá por la eternidad. Dios siempre ha existido como tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estas distinciones son esenciales en la misma naturaleza de Dios, y no podría ser de otra manera.
Finalmente, se pudiera decir que no hay diferencia en deidad, atributos o naturaleza esencial entre el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cada persona es plenamente Dios y tiene todos los atributos de Dios. Las únicas distinciones entre los miembros de la Trinidad son la manera en que se relacionan unos con otros y con la creación. En esas relaciones desempeñan papeles que son apropiados para cada persona.
Esta verdad en cuanto a la Trinidad a veces se ha resumido en la frase «igualdad ontológica pero subordinación económica», en donde la palabra ontológica quiere decir «ser». Otra manera de expresar esto más simplemente sería decir «iguales en ser pero subordinados en función».
Ambas partes de esta frase son necesarias para una doctrina verdadera de la Trinidad; si no tenemos igualdad ontológica, no todas las personas son plenamente Dios. Pero si no tenemos subordinación económica, no hay diferencia inherente en la manera en que las tres personas se relacionan entre sí, y consecuentemente no tenemos las tres personas distintas existiendo como Padre, Hijo y Espíritu Santo por toda la eternidad. Por ejemplo, si el Hijo no es eternamente subordinado al Padre en función, el Padre no es eternamente «Padre» y el Hijo no es eternamente «Hijo». Esto querría decir que la Trinidad no ha existido eternamente.
Por esto la idea de igualdad eterna en ser pero subordinación en función ha sido esencial para la doctrina de la Trinidad en la iglesia desde que fuera aceptada en el credo niceno, donde dice que el Hijo fue «engendrado del Padre antes de los siglos» y que el Espíritu Santo «procede del Padre y del Hijo». Sorprendentemente, derecho del Padre darle gloria a quien quiere darla y que esta gloria el Padre se la dio al Hijo debido a que el Padre amó al Hijo antes de la fundación del mundo.
NOTA: Vea la sección 0.1, arriba, en donde se explicó economía para referirse a diferentes actividades o funciones.
Hay que distinguir con todo cuidado la subordinación económica y el error del «subordinacionismo», que sostiene que el Hijo y el Espíritu Santo son inferiores en ser al Padre (véase sección C.2,).
Algunos escritos evangélicos recientes han negado la subordinación eterna en función entre los miembros de la Trinidad, pero ella ha sido claramente parte de la doctrina de la Trinidad en la iglesia (en sus expresiones católica romana, protestante y ortodoxa), por lo menos desde Nicea (325 d.C.). Por eso, Charles Hodge dice:
La Doctrina Nicena Incluye (1) El Principio De La Subordinación Del Hijo Al Padre, Y Del Espíritu Al Padre Y Al Hijo. Pero Esta Subordinación No Implica Inferioridad.
La Subordinación Que Se Propone Es Solamente En Lo Que Concierne Al Modo De Subsistencia Y Operación.
Los Credos No Son Nada Más Que Un Arreglo Bien Ordenado De Las Verdades De La Biblia Que Conciernen A La Doctrina De La Trinidad. Defienden La Personalidad Distinta Del Padre, Hijo Y Espíritu Y Su Perfecta Igualdad Consecuente; Y La Subordinación Del Hijo Al Padre, Y Del Espíritu Al Padre Y Al Hijo, En Cuanto A Modo De Subsistencia Y Operación.
Estas Son Verdades Bíblicas, A Las Cuales Los Credos En Cuestión No Añaden Nada; Y Es En Este Sentido Que Han Sido Aceptadas Por La Iglesia Universal.
De modo similar, A. H. Strong dice:
Padre, Hijo Y Espíritu Santo, Si Bien Iguales En Esencia Y Dignidad, Se Distinguen Uno Y Otro En Orden De Personalidad, Oficio Y Operación.
La Subordinación De La Persona Del Hijo A La Persona Del Padre, O En Otras Palabras Un Orden De Personalidad, Oficio Y Operación Que Permite Que El Padre Sea Oficialmente Primero, El Hijo Segundo Y El Espíritu Tercero, Es Perfectamente Congruente Con Igualdad.
La Prioridad No Necesariamente Es Superioridad. Francamente Reconocemos Una Subordinación Eterna De Cristo Al Padre, Pero Mantenemos Al Mismo Tiempo Que Esta Subordinación Es Una Subordinación De Orden, Oficio Y Operación, Y No Una Subordinación De Esencia.
NOTA: Vea, por ejemplo, Richard y Catherine Kroeger, en el artículo «Subordinationism» en EDT. Ellos definen el subordinacionismo como «una doctrina que asigna una inferioridad de ser, estatus, o función al Hijo o al Espíritu Santo dentro de la Trinidad.
Condenada por numerosos concilio de la iglesia, esta doctrina ha continuado en una forma u otra por toda la historia de la iglesia» (p. 1058, énfasis mío). Cuando los Kroegers hablan de «inferioridad de función» al parecer quieren decir que cualquier afirmación de subordinación eterna en función pertenece a la herejía del subordinacionismo.
Pero si esto es lo que está diciendo, están condenando toda la cristología ortodoxa desde el credo niceno y en adelante, y por consiguiente condenando una enseñanza que Charles Hodge dice que ha sido una enseñanza de «la iglesia universal».
De modo similar, Millard Erickson, en su Christian Theology (Baker, Grand Rapids, 1983-85), pp. 338 Y698, está dispuesto a afirmar sólo que Cristo tuvo una subordinación temporal en función por el período de su ministerio en la tierra, pero en ninguna parte afirma una subordinación eterna en función del Hijo al Padre o del Espíritu Santo al Padre y al Hijo. (De modo similar, su Concise Dictionary of Christian Theology p. 161)

Robert Letham, en «The Man-Woman Debate: Theological Comment», WT] 52:1 (primavera 1990), pp. 65-78, ve esta tendencia en escritos evangélicos recientes Como resultado de una afirmación evangélica feminista de que UN papel subordinado necesariamente implica importancia menor o personalidad menor. Por supuesto, si esto no es cierto entre los miembros de la Trinidad, entonces no es necesariamente cierto entre esposo y esposa tampoco.