DIOS ES TRES PERSONAS.

INTRODUCCIÓN
El hecho de que Dios es tres personas quiere decir que el Padre no es el Hijo; son personas distintas. También quiere decir que el Padre no es el Espíritu Santo, sino que son personas distintas. y quiere decir que el Hijo no es el Espíritu Santo.
Estas distinciones se ven en varios de los pasajes citados en la sección anterior tanto como en muchos otros pasajes adicionales del Nuevo Testamento.
Juan 1: 1-2 nos dice: «En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios». El hecho de que el «Verbo» (que en los vv. 9-18 se ve que es Cristo) está «con» Dios muestra distinción entre él y Dios Padre. En Juan 17: 24, Jesús habla a Dios Padre acerca de «mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo», mostrando de este modo distinción de personas que participan de la gloria, y en una relación de amor entre Padre e Hijo antes de que el mundo fuera creado.
Se nos dice que Jesús continúa como nuestro Sumo Sacerdote y Abogado ante Dios Padre: «Si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo» (1ª Jn2: 1). Cristo es el que «también puede salvar por completo a las que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos» (Heb 7:25). Sin embargo, a fin de interceder por nosotros ante Dios Padre, es necesario que Cristo sea una persona distinta del Padre.
ES MÁS, EL PADRE NO ES EL ESPÍRITU SANTO, Y EL HIJO NO ES EL ESPÍRITU SANTO.
Se les distingue en varios versículos. Jesús dijo: «Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho» Gn 14:26). El Espíritu Santo también ora o «intercede» por nosotros (Ro 8:27), lo que indica una distinción entre el Espíritu Santo y Dios Padre ante quien se hace la intercesión.
Finalmente, el hecho de que el Hijo no es el Espíritu Santo también se indica en los varios pasajes trinitarios mencionados antes, tales como la gran comisión (Mt 28: 19), y en los pasajes que indican que Cristo volvió al cielo y luego envió al Espíritu Santo a la iglesia. Jesús dijo: «Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes» Gn 16:7).
Algunos han cuestionado si el Espíritu Santo en verdad es una persona distinta, antes que simplemente el «poder» o «fuerza» de Dios en acción en el mundo. Pero el Nuevo Testamento es muy claro y fuerte. 9 Primero están los varios versículos mencionados anteriormente, en donde se pone al Espíritu Santo en una relación de coordinación con el Padre y el Hijo (Mt 28: 19; 1ª Co 12: 4-6; 2ª Ca 13: 14; Ef. 4: 4-6; 1ª P 1: 2); puesto que el Padre y el Hijo son personas, la expresión coordinada intima fuertemente que el Espíritu Santo también es una persona.
Luego hay lugares donde el pronombre masculino él (gr. ekeinos) se le aplica al Espíritu Santo Gn 14: 26; 15: 26; 16: 13-14), lo que uno no esperaría de las reglas de la gramática griega, porque el sustantivo «espíritu» (gr. pneuma) es neutro, no masculino, y ordinariamente se le añadiría el pronombre neutro ekeino. Es más, el nombre Consejero o Consolador (gr. parakletos) es un término que comúnmente se usa para hablar de una persona que ayuda o da consuelo o consejo a otra persona o personas, pero se usa para referirse al Espíritu Santo en el Evangelio de Juan (14: 16, 26; 15: 26; 16: 7).
También al Espíritu Santo se le adscriben otras actividades personales, tales como enseñar Gn 14:26), dar testimonio Gn 15: 26; Ro 8: 16), interceder u orar a favor de otros (Ro 8: 26-27), escudriñar las profundidades de Dios (1a Co 2: 10), conocer los pensamientos de Dios (1a Co 2: 11), decidir repartir algunos dones a algunos y otros dones a otros (1a Co 12:11), prohibir o no permitir ciertas actividades (HH. 16: 6-7), hablar (Hch 8: 29; 13:2; y muchas veces en el Antiguo y Nuevo Testamentos), evaluar y aprobar un curso sabio de acción (Hch 15:28), y entristecerse por el pecado en la vida de los creyentes (Ef 4: 30).
Finalmente, si se entiende que el Espíritu Santo es simplemente el poder de Dios, antes que una persona distinta, entonces toda una serie de pasajes no tendrían sentido, porque en ellos el Espíritu Santo y su poder o el poder de Dios se mencionan juntos. Por ejemplo, Lucas 4: 14: Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu» estaría diciendo: Jesús regresó a Galilea en el poder del poder».
En Hechos 10:38: «Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder», significaría: «Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el poder de Dios y con poder» (vea también Ro 15: 13; 1a Co 2: 4).
Aunque tantos pasajes claramente distinguen al Espíritu Santo de los otros miembros de la Trinidad, un versículo dificil ha sido 2a Corintios 3: 17: «Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad».
Los intérpretes a menudo han dado por sentado que «el Señor» aquí significa Cristo, porque Pablo frecuentemente usa «el Señor» para referirse a Cristo. Pero probablemente ese no es el caso aquí, porque se pudiera elaborar un buen argumento partiendo de la gramática y del contexto para decir que este versículo se traduce mejor con el Espíritu Santo como sujeto: «Ahora bien, el Espíritu es el Señor».
En este caso, Pablo estaría diciendo que el Espíritu Santo es también «Yahvé» (o Jehová»), el Señor del Antiguo Testamento (note el claro trasfondo del Antiguo Testamento en este contexto, empezando en el v. 7). Teológicamente esto sería muy aceptable, porque se podría decir con verdad que así como Dios Padre es «Señor» y Dios Hijo es «Señor» (en el pleno sentido del Antiguo Testamento de «Señor» como nombre de Dios), también el Espíritu Santo es aquel a quien se llama «Señor» en el Antiguo Testamento; y es el Espíritu Santo el que nos manifiesta especialmente la presencia del Señor en esta era del nuevo pacto.
NOTA: Gramaticalmente tanto «el Espíritu» (to pneuma) y «el Señor» )o kurios) están en caso nominativo, que es el caso que toman tanto el sujeto como el sustantivo predicado en una oración con el verbo «ser». El orden de las palabras no indica el sujeto en el griego como lo hace en inglés. El artículo definido (o, «Él») antes de «Señor» aquí probablemente en anafórico (es decir, se refiere hacia atrás a la mención previa del «Señor» en el v. 16. Y dice que el Espíritu es «el Señor» que se acaba de mencionar en la oración previa). (Vea Murray Harris, «2a Corinthians», en EBC 10: 338-39).
0tra posible interpretación es decir que está hablando de la función de Cristo y la función del Espíritu Santo como tan estrechamente relacionadas en la edad del Nuevo Testamento que se puede hablar de ambas como de un solo propósito. El versículo entonces significaría algo como: Al Señor Jesús se le ve y se le conoce en esta edad mediante la actividad del Espíritu Santo, porque la función del Espíritu Santo es glorificar a Cristo».

Pero esta es una interpretación menos persuasiva, puesto que parece improbable que Pablo hablaría de una identidad de función de una manera tan oscura, o incluso que Pablo quisiera decir que la obra de Cristo y la obra del Espíritu son idénticas.