Además del hecho de que las tres personas son distintas, el testimonio abundante de la Biblia es que cada persona es también plenamente Dios.
Primero, Dios Padre es claramente Dios. Esto es evidente
del primer versículo de la Biblia, en donde Dios creó los cielos y la tierra.
Es evidente por todo el Antiguo y Nuevo Testamentos, en donde a Dios Padre
claramente se le ve como Señor soberano sobre todo y en donde Jesús ora al
Padre celestial.
Luego,
el Hijo es plenamente Dios. Aunque este punto se desarrollará con mayor detalle
en el capítulo 26, «La persona de Cristo», en este punto podemos brevemente notar
varios pasajes explícitos. Juan 1: 1-4 claramente afirma la plena deidad de
Cristo:
En El Principio Ya Existía El Verbo, Y El Verbo Estaba Con Dios, Y El Verbo
Era Dios. Él Estaba Con Dios En El Principio. Por Medio De Él Todas Las Cosas
Fueron Creadas; Sin Él, Nada De Lo Creado Llegó A Existir.En Él Estaba La Vida,
Y La Vida Era La Luz De La Humanidad.
Aquí a
Cristo se le menciona como «el Verbo», y Juan dice tanto que él estaba «con
Dios» y que él «era Dios». El texto griego hace eco de las palabras de apertura
de Génesis 1: 1: (En el principio) y nos recuerda que Juan está hablando de
algo que fue cierto antes de que el mundo fuera hecho. Dios Hijo siempre fue
plenamente Dios.
Los
Testigos de Jehová han cuestionado la traducción «el Verbo era Dios», y lo traducen
como «la Palabra era un Dios» implicando que el Verbo era simplemente un ser
celestial pero no plenamente divino. Justifican su traducción señalando el hecho
de que el artículo definido (gr.jo, «el») no aparece antes de la palabra griega
Teos (Dios).
Dicen
que, por consiguiente, Teos se debe traducir «un Dios». Sin embargo, ningún
erudito griego reconocido ha seguido tal interpretación, porque es de
conocimiento común que la oración sigue una regla general de la gramática griega,
y la ausencia del artículo definido solo indica que «Dios» es el predicado
antes que el sujeto de la oración. (Una publicación reciente de los Testigos de
Jehová ahora reconocen la regla gramatical pertinente pero continúan afirmando
de todas maneras su posición en cuanto a Juan 1: 1).
NOTA: Esta regla (llamada «regla de Colwell») se
considera tan temprano como el capítulo 6 de una gramática griega introductoria
regular; Vea John Wenham, The Elements of New Testament Greek (Cambridge
University Press, Cambridge, 1965), p. 35; también BDF 273. La regla es
sencillamente que en dos oraciones con el verbo conjuntivo ser (tal como el gr.
jeimí), un sustantivo definido predicado parlo general dejará fuera el artículo
definido cuando precede al verbo, pero el sujeto de la oración, si es definido,
retiene el articulo definido. Así que si Juan hubiera querido decir:
«El Verbo era Dios», Juan 1:1 es exactamente como lo
hubiera dicho. (Estudios gramaticales recientes han confirmado e incluso
fortalecido la regla original de Colwell; vea Lane C. McGaughy, Toward a
Descriptive Analysis of BINAI as a Linking Verb in the New Testament [SBLDS 6;
SBL, Missoula, Mont., 1972J, esp. pp. 49-53, 73-77; Y la revisión importante de
este libro por E. V. N. Goetchius en JBL 95 [1976]: 147-49.)
Por supuesto, si Juan hubiera querido decir: «el
verbo era un dios}} (con un predicado indefinido, «un dios»), lo hubiera
escrito también de esta manera, puesto que no habría habido artículo definido
para dejar fuera en primer lugar.
La irregularidad
de la posición de los Testigos de Jehová se puede ver además en su traducción
del resto del capítulo. Por varias otras razones gramaticales, la palabra Teos
también carece de artículo definido en otros lugares de este capítulo, tales
como el versículo 6 (Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió), versículo 12
(les dio el derecho de ser hijos de Dios), versículo 13 (sino que nacen de Dios),
y versículo 18 (A Dios nadie lo ha visto nunca).
Si los
Testigos de Jehová fueran consistentes en su argumentación en cuanto a la
ausencia del artículo definido, deberían haber traducido todos éstos casos con
la frase «un dios», pero en cada uno de estos casos traducen «Dios».
Juan
20: 28 en su contexto también es una fuerte prueba de la deidad de Cristo.
Tomás
había dudado de los informes de los otros discípulos de que habían visto a Jesús
resucitado de los muertos, y dijo que no creería a menos que pudiera ver las huellas
de los clavos en las manos de Jesús y poner su mano en su costado herido Jn 20:
25).
Después
Jesús se apareció a los discípulos cuando Tomás estaba con ellos. Le dijo a
Tomás: «Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado.
Y no seas incrédulo, sino hombre de fe» Jn 20:27). En respuesta a esto, leemos
que Tomás exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» Jn 20:28).
Aquí
Tomás llamó a Jesús «Dios mío». La narración muestra que tanto Juan al escribir
su Evangelio y Jesús mismo aprobó lo que Tomás había dicho y alentó a todos los
que lugar. Pero si ese fuera el caso, habría en el contexto algunos indicios de
que Juan está usando la palabra Teas para hablar de un ser celestial que no era
plenamente divino. Así que la pregunta surge: ¿De qué clase de Dios (o «dios») está
hablando Juan en este contexto? ¿Está hablando del Dios uno y verdadero que
creó los cielos y la tierra?
En ese
caso, Teas era definido y dejó fuera el artículo definido para mostrar que era
el sustantivo predicado. ¿O acaso Está Juan hablando de algún otro ser
celestial (un dios») que no es el Dios uno y verdadero? En ese caso Teas fue indefinido
y nunca tuvo el artículo definido en primer lugar.
El
contexto decide este asunto claramente. De los otros usos de la palabra Teas
para indicar «Dios» en los vv. 1, 2, 6, 12, 13, y de las palabras de apertura
que traen a colación Gn 1: 1 (En el principio»), es claro que Juan está
hablando del Dios uno y verdadero que creó los cielos y la tierra. Eso
significa que Teas en el v. 2 se debe entender como refiriéndose al mismo Dios
por igual.
NOTA: El argumento se halla en un ataque detallado,
más bien extenso, contra la doctrina de la Trinidad: Shauld Yau Believe in the Trinity
(no se menciona el autor; Watchtower Bible and Tract Society, Brooklyn, N.Y.,
1989). Este grupo evidentemente considera este folleto una declaración
significativa de su posición, porque en la página 2 indica:
«Primera edición en inglés: 5.000.0000 de
ejemplares». El folleto primero presenta el argumento tradicional de que Juan
1:1 se debe traducir «un dios» debido a la ausencia del artículo definido (p.
27).
Pero más adelante reconoce que la regla de Colwell
es pertinente para Juan 1: 1 (p. 28) Y allí admite que el contexto, no la
ausencia del artículo definido, determina si debemos traducir «El Verbo era
Dios) (definido) o «el Verbo era un dios» (indefinido).
Luego argumenta como sigue: «cuando el contexto lo
requiere, los traductores pueden insertar un artículo indefinido frente al
sustantivo en este tipo de estructura de oración. ¿Requiere el contexto un
artículo indefinido en Juan 1: 1? Sí, porque el testimonio de la Biblia entera
es que Jesús no es el Dios Todopoderoso)(p. 28).
Debemos notar cuidadosamente la debilidad de este
argumento: admiten que el contexto es decisivo, pero luego no citan ni un ápice
de evidencia del contexto de Juan 1: 1. Más bien, simplemente aseveran de nuevo
su conclusión en cuanto a «la Biblia entera). Si concuerdan que el contexto es
decisivo, pero no pueden hallar nada en este contexto que respalde su punto de
vista, simplemente han perdido el debate.
Por consiguiente, habiendo reconocido la regla de
Colwell, con todo se aferran a su punto de vista sobre Juan 1: 1, sin ninguna
evidencia que los respalde. Merrarse a un punto de vista sin evidencia que la
respalde es simplemente irracional.
El folleto como un todo dará la apariencia de una
obra escolástica para laicos, puesto que cita a docenas de teólogos y obras de
referencia académica (siempre sin ninguna documentación adecuada). Sin embargo,
muchas citas se toman fuera de contexto y se las hace decir algo que los
autores jamás intentaron, y otras son de eruditos católicos o protestantes de
teología liberal que igualmente cuestionan la doctrina de la Trinidad y la
veracidad de la Biblia.
Y oyeron
a Tomás a creer lo mismo que Tomás. Jesús de inmediato le responde a Tomás:
«Porque me has visto, has creído dichosos los que no han visto y sin embargo creen»
Jn 20: 29). En lo que a Juan atañe, este es el dramático punto cumbre del evangelio,
porque inmediatamente le dice al lector, yen el mismo siguiente versículo, que
esta es la razón por la que escribió:
Jesús Hizo Muchas Otras Señales Milagrosas En Presencia De Sus
Discípulos, Las Cuales No Están Registradas En Este Libro. Pero Éstas Se Han
Escrito Para Que Ustedes Crean Que Jesús Es El Cristo, El Hijo De Dios, Y Para
Que Al Creer En Su Nombre Tengan Vida Jn 20: 30-31).
Jesús
habla de los que no le verán y sin embargo creerán, y Juan de inmediato le dice
a los lectores que ha incluido los acontecimientos escritos en su Evangelio para
que ellos puedan creer también de esta manera, imitando a Tomás en su confesión
de fe. En otras palabras, todo el evangelio fue escrito para persuadir a las personas
a imitar a Tomás, que sinceramente llamó a Jesús: «Señor mío y Dios mío».
Debido
a que Juan presenta esto como el propósito de su evangelio, la oración cobra
fuerza adicional.
Otros
pasajes que hablan de Jesús como plenamente divino incluyen Hebreos 1, en donde
el autor dice que Cristo es la «fiel imagen» (v. 3, gr. karákter, «duplicado exacto»)
de la naturaleza o ser (gr. jupostasis) de Dios; lo que quiere decir que Dios Hijo
duplica exactamente el ser o la naturaleza de Dios Padre en todo detalle;
cualquier atributo o poder que Dios Padre tiene, Dios Hijo lo tiene por igual.
El autor pasa a referirse al Hijo como «Dios» en el versículo 8 (Pero con
respecto al Hijo dice: «Tu trono, oh Dios, permanece por los siglos de los
siglos»), y le atribuye a Cristo la creación de los cielos cuando dice de él:
«En el principio, oh Señor, tú afirmaste la tierra, y los cielos son la obra de
tus manos» (Heb 1: 10, citando Sal 102: 25).
Tito
2: 13 se refiere a «nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo», y 2ª Pedro 1: 1
habla de «la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo». Romanos 9: 5,
hablando del pueblo judío, dice: «De ellos son los patriarcas, y de ellos,
según la naturaleza humana, nació Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas.
!¡Alabado sea por siempre! Amén».
NOTA: El folleto de los Testigos de Jehová Should
You Believe in the Trinity? ofrece dos explicaciones para Juan 20: 28:
(1) «Para Tomás Jesús era como «un dios»,
especialmente en la circunstancia milagrosa que motivó su exclamación» (p. 29).
Pero esta explicación no convence, porque Tomás no dijo: «tú eres como un
dios», sino más bien llamó a Jesús «Dios mío», El texto griego tiene el
artículo definido (no se puede traducir «un dios») y es explícito: Teos mou no
es «un Dios mío» si no «mi Dios».
(2) La segunda explicación que ofrecen es que
«Tomás tal vez simplemente lanzó una exclamación emocional de asombro, dicha a
Jesús pero dirigida a Dios» (ibid.). La segunda parte de esta oración: «dicha a
Jesús pero dirigida a Dios», es simplemente incoherente; puede querer decir:
«dicha a Jesús pero no dicha a Jesús), lo que no es solo contradictorio en sí
mismo, sino también imposible; si Tomás estaba hablando con Jesús también
estaba dirigiendo sus palabras a Jesús.
La primera parte de esta oración, la afirmación de
que Tomás en realidad no está llamando a Jesús (Dios), sino meramente lanzando
una interjección o palabras involuntarias de exclamación, no tiene mérito,
porque el versículo dice claramente que Tomás no está hablando al aire sino
hablando directamente a Jesús: «Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío,
y Dios mío!» Un 20:28, RVR).
Inmediatamente tanto Jesús como Juan en su escrito
elogian a Tomás, ciertamente no por lanzar una interjección sino por creer en
Jesús como su Señor y Dios.
Tanto Tito 2: 13 y 2 Pedro 1:1 tienen notas al
margen en la RSV en inglés, por las que a Jesús se hace referencia como siendo
una persona diferente de «Dios)), y por consiguiente no se le llama Dios: «el
gran Dios y nuestro Salvador Jesucristo) (Tit 2:13, margen, RSV) y «nuestro
Dios y el Salvador Jesucristo) (2ª P 1: 1, margen, RSV).
Estas traducciones alternas son posibles
gramaticalmente pero improbables. Ambos versículos tienen la misma construcción
en griego, en la cual un artículo definido gobierna dos sustantivos unidos por la
palabra griega para y (kai). En todos los casos en donde se halla esta
construcción se ve a los dos sustantivos como unificados de alguna
En el
Antiguo Testamento, Isaías 9: 6 predice:
Porque Nos Ha Nacido Un Niño, Se Nos Ha Concedido Un Hijo; La Soberanía
Reposará Sobre Sus Hombros, Y Se Le Darán Estos Nombres: Consejero Admirable, Dios
Fuerte.
Al
aplicarse esta profecía a Cristo, se refiere a él como «Dios fuerte». Note la aplicación
similar de los títulos «Señor» y «Dios» en la profecía de la venida del Mesías en
Isaías 40: 3: «Preparen en el desierto un camino para el Señor; enderecen en la
estepa un sendero para nuestro Dios», citada por Juan el Bautista en
preparación para la venida de Cristo en Mateo 3: 3.
En el capítulo
26, abajo, se considerarán muchos otros pasajes, pero estos deberían ser
suficientes para demostrar que el Nuevo Testamento claramente se refiere a
Cristo como plenamente Dios. Como Pablo dice en Colosenses 2: 9: «Toda la
plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo».
Luego,
el Espíritu Santo también es plenamente Dios. Una vez que entendemos que Dios
Padre y Dios Hijo son plenamente Dios, las expresiones trinitarias en
versículos como Mateo 28:19 (bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo) cobran significación para la doctrina del Espíritu Santo,
porque muestran que al Espíritu Santo se le clasifica en un nivel igual con el
Padre y el Hijo.
Esto
se puede ver si reconocemos lo inimaginable de que Jesús hubiera dicho algo
como: «Bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo y del arcángel Miguel»; esto
le habría dado a un ser creado una posición enteramente inapropiada incluso para
un arcángel.
Los
creyentes en todos los siglos pueden ser bautizados solemne manera, y a menudo
son dos nombres separados para la misma persona o cosa. Especialmente
significativo es 2ª Pedro 1: 1, porque Pedro usa exactamente la misma
construcción otras tres veces en el libro para hablar de «nuestro Señor y Salvador
Jesucristo» (1ª P 1: 11; 2: 20; 3: 18).
En
estos otros tres versículos las palabras en griego son exactamente las mismas
en todo detalle que excepto la palabra Señor (kurios) se usa en lugar de la
palabra Dios (Teos). Si en todas estas otras tres instancias se traducen:
<muestro Señor y Salvador Jesucristo, como lo son en todas las principales
traducciones, su consistencia en la traducción parece exigir la traducción de
2ª Pedro 1: 1 como: (muestro Dios y Salvador Jesucristo), de nuevo refiriéndose
a Cristo como Dios.
En
Tito 2:13 Pablo está escribiendo acerca de la esperanza de la segunda venida de
Cristo, que los escritores del Nuevo Testamento consistentemente hablan en
términos que hacen énfasis en la manifestación de Jesucristo en su gloria, no
en términos que recalcan la gloria del Padre.
En el
nombre (y por consiguiente en una toma de carácter) de Dios mismo. (Note
también los otros pasajes trinitarios mencionados arriba: 1ª Co 12: 4-6; 2ª Co
13: 14; Ef. 4: 4-6; 1ª P 1: 2;Jud 20-21).
En
Hechos 5: 3-4 Pedro le pregunta a Ananías: «¿Cómo es posible que Satanás haya
llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo ¡No has mentido a
los hombres sino a Dios!». De acuerdo a las palabras de Pedro, mentirle al
Espíritu Santo es mentirle a Dios.
Pablo
dice en 1ª Corintios 3: 16: «¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el
Espíritu de Dios habita en ustedes?» El templo de Dios es el lugar donde Dios
mismo mora, lo que Pablo explica por el hecho de que «el Espíritu de Dios» mora
allí, de este modo evidentemente igualando al Espíritu de Dios con Dios mismo.
David
pregunta en Salmo 139:7-8: «¿Adónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿Adónde
podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú». Este pasaje atribuye
al Espíritu Santo la característica divina de omnipresencia, algo que no se aplica
a ninguna de las criaturas de Dios.
Parece
que David está igualando al Espíritu de Dios con la presencia de Dios. Huir del
Espíritu de Dios es huir de su presencia, pero si no hay ningún lugar a donde
David pueda huir del Espíritu de Dios, entonces él sabe que donde quiera que
vaya también tendrá que decir: «Tú estás allí».
Pablo
le atribuye al Espíritu Santo la característica divina de omnisciencia en 1ª Corintios
2: 10-11: «El Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios.
En
efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que
está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios [gr. Literalmente «las
cosas de Dios»] sino el Espíritu de Dios».
Es
más, la actividad de dar el nuevo nacimiento a toda persona que nace de nuevo
es obra del Espíritu Santo. Jesús dijo: «Yo te aseguro que quien no nazca de agua
y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace del cuerpo es cuerpo;
lo que nace del Espíritu es espíritu. No te sorprendas de que te haya dicho:
"Tienen
que nacer de nuevo"» Jn 3: 5-7). Pero la obra de dar vida nueva espiritual
a los seres humanos cuando se convierten es algo que sólo Dios puede hacer (1ª Jn
3: 9: «nacido de Dios»). Este pasaje, por consiguiente, da otra indicación de
que el Espíritu Santo es plenamente Dios.
Hasta
este punto tenemos dos conclusiones, y ambas se enseñan por profusamente toda
la Biblia:
1. Dios es tres personas
2. Cada persona es plenamente Dios.
Si la Biblia
enseñara sólo estos dos hechos, no habría problema lógico por ningún lado en
hacerlos encajar uno con otro, porque la solución obvia sería que hay1A
Ti 5: 21 no se debería ver cómo ejemplo contrario a esta afirmación, porque
allí Pablo simplemente está advirtiendo a Timoteo en presencia de una hueste de
testigo celestiales, tanto divinos como evangélicos, que él sabe que están
observando la conducta de Timoteo.
Esto
es similar a la mención de Dios y Cristo y los ángeles del cielo y los «justos
que han llegado a la perfección» en Heb 12: 22-24, en donde se menciona una
gran asamblea celestial.
1ª Ti
5: 21 se debería ver, por consiguiente, como significativamente diferente de
los pasajes trinitarios mencionados arriba, puesto que estos pasajes hablan de
actividades únicamente divinas, tales como repartir dones a todo creyente (1ª Co
12: 4-6) o tener el nombre en el cual todos los creyentes son bautizados (Mt
28: 19).
Tres
dioses. El Padre es plenamente Dios, el Hijo es plenamente Dios, y el Espíritu Santo
es plenamente Dios. Tendríamos un sistema en donde hay tres seres igualmente divinos.
Tal sistema de creencias se llamaría politeísmo; o, más específicamente, «triteísmo»,
o la creencia en tres dioses. Pero eso dista mucho de lo que la Biblia enseña.
NOTA: La lectura marginal de la NVI en inglés es
similar a la lectura del principal texto de la RSV en inglés, que dice: «y de
su raza, según la carne, es el Cristo. Dios que es sobre todas las cosas sea
bendito para siempre. Amén» (Ro 9: 5, RSV en inglés). Pero esta traducción es
mucho menos probable en base gramatical o contextual, y se justifica
primordialmente aduciendo que Pablo no se habría referido a Cristo como «Dios».
La traducción de la NVI, que se refiere a Cristo como «Dios sobre todas las cosas»,
es preferible porque:
(1) el patrón normal de Pablo es declarar una
palabra de bendición respecto a la persona de quien ha estado hablando, que en
este caso es Cristo;
(2) el participio griego on, «siendo», que hace que
la frase literalmente diga: «quien, siendo Dios sobre todas las cosas escrito
para siempre», sería redundante si Pablo estuviera empezando una nueva oración
como lo tiene la RSV;
(3) cuando Pablo en otros lugares empieza una nueva
oración con una palabra de bendición a Dios, la palabra «bendito» viene primero
en la oración griega (vea 2ª Co 1: 3; Ef. 1: 3;
el patrón de Pedro en 1ª P 1: 3), pero aquí la expresión no sigue ese
patrón, lo que hace improbable la traducción de la RSV. Vea Donald Guthrie, New Testament Theology (Inter-Varsity Press,
Leicester, 1981), pp. 339-40. Para un tratamiento definitivo de todos los textos del Nuevo Testamento
que se agrega Jesús como «Dios», vea Murray Harris, Jesús as God (Grand Rapids:
Baker, 1992).